Futian marketFutian market

Dos millones de personas pueblan una ciudad que se ha convertido en el mayor mercado de venta al por mayor del mundo

No empiece a leer. Antes busque la procedencia de cualquier cosa que tenga a su alcance. Quizá la batería de su móvil, los cascos con los que escucha música, el vaso en el que bebe, el bote donde guarda los bolígrafos… Vivimos rodeados de productos made in China. Al otro lado del planeta, en Yiwu, este fenómeno ha cambiado el paisaje y la vida de muchas personas, tanto chinas como forasteras. La ciudad en la que ahora nos adentramos es la gran despensa mundial de los bazares, el mayor mercado mayorista del mundo.

Yiwu, situada a trescientos kilómetros al sur de Shanghái, es el nombre de una ciudad china impresionante. Para un turista al uso se muestra gris, mastodóntica, ruidosa y fea, pero desde un punto de vista humano es apasionante detenerse a observar de dónde viene y adónde va. Hecha a sí misma a base de ilusiones y dinero, Yiwu crece cada día por la imparable llegada de campesinos, emigrantes y los innumerables hombres de negocios que están de paso. Los dos millones de almas que viven en la ciudad buscan aquí y en el made in China una gran oportunidad para ganarse la vida en estos tiempos difíciles.

Vista aérea de Yiwu, donde viven unos dos millones de personas. / M. RUIZ DEL ÁRBOL

Un dato nos da idea del delirio comercial en que vive sumergida esta urbe: se calcula que el 80% de los adornos navideños que se han colgado en Occidente durante las navidades provenían de Yiwu. Pero estos ornamentos son solo una de las 320.000 categorías de productos que se venden aquí y entre las que también se encuentran medias, bisutería, zapatos, accesorios para el pelo, electrónica, relojería y hasta los típicos budas que decoran los restaurantes chinos en Europa. Aunque la mayoría de los productos proceden de otras provincias, como Guangzhou —muy cerca de Hong Kong— o Jiangsu —en el este del país y un poco más al norte de Yiwu—, la ciudad tiene numerosas fábricas, entre ellas las de los cinco mayores productores del mundo de calcetines y medias y la del mayor fabricante de cremalleras, que suministran a cadenas como la estadounidense Walmart.

La metamorfosis de una ciudad. La historia de este sorprendente rincón del mundo tiene sus inicios en el año 222 antes de Cristo, con su fundación. Por entonces era una pequeñísima aldea rodeada de montañas y no será hasta la década de los noventa del pasado siglo, con la apertura del mercado chino al mundo, cuando la localidad comienza a transformarse en lo que es hoy. Todo empezó con la inauguración de un gran mercado al aire libre, el primero de una nueva ciudad diseñada ad hoc para ser el motor de la industria textil del gigante asiático. En 1998, pasó de ser un pueblo a considerarse una ciudad. Hoy, veintisiete años después, es la capital mundial de la fabricación de productos de consumo, como demuestran sus calles, en las que hay un tráfico continuo de camiones contenedores y camionetas de reparto. Y en el paisaje urbano, se intercalan rascacielos de apartamentos, donde viven los empresarios, con grandes fábricas y, junto a ellas, hileras de casas bajas en las que habitan los trabajadores con sus familias.

En la actualidad, de las fronteras de Yiwu salen cada día 4.000 contenedores con todo tipo de mercancías hacia 212 países, entre ellos España, según la información que dan las autoridades de la ciudad. Su eslogan, que se repite por todas partes en grandes cartelones, da una idea clara de la esencia de esta localidad: “Un mar de productos, un paraíso para los compradores”.

Yiwu, hacia un mercado de nivel mundial

Yiwu es el principal puerto de la provincia de Zhejiang.Es famosa por su mercado.

Por DARÍO GUIJO

Yiwu es una ciudad que se encuentra en el centro de la provincia de Zhejiang, a unos 100 km al sur de Hangzhou, la capital provincial, y a casi 200 km de Ningbo, el principal puerto de la provincia. Posee una población de unas 750.000 personas, que va en aumento.

Yiwu es famosa por su mercado. En 2001 se inició en la ciudad la construcción del Mercado Internacional de Yiwu, un mega mercado que actualmente cuenta con cinco bloques y que se ha convertido en el mayor mercado de venta al por mayor de pequeños artículos del mundo, con más de 4,7 millones de m² y más de 70.000 tiendas. Este mercado se encuentra en el centro de la ciudad y toda la actividad económica de la misma gira al rededor de él.

La importancia de este mercado no solo viene dada por sus magnitudes, sino también por su capacidad exportadora: desde este mercado se suministra todo tipo de productos a 219 países y territorios en todo el mundo, y aproximadamente 1 millón de m² están dedicados a la venta de productos importados de 83 países. Es, por lo tanto, uno de los centros de referencia a nivel nacional en compra y venta de artículos, y uno de los centros comerciales más importantes de la provincia de Zhejiang.

La enorme actividad de este centro y su cada vez mayor necesidad de servicios y de mano de obra se refleja en el estado de la ciudad: por todas partes se están construyendo todo tipo de edificios e infraestructuras que buscan adecuarse a las crecientes necesidades.

Una estrategia para Yiwu

Dentro del actual contexto de cambios en la estructura económica internacional y de recrudecimiento de la crisis internacional, la economía de Yiwu sigue creciendo. Sin embargo, el Consejo de Estado ha diseñado una estrategia para el Mercado Internacional de Yiwu. Esto responde más bien al deseo de prevenir la llegada de efectos negativos para el desarrollo del Mercado y a la manifiesta intención que posee tanto el Consejo de Estado como el gobierno municipal de aupar este mercado al máximo nivel de importancia a nivel mundial. No se trata tanto de adecuarse al nuevo contexto mundial como de aprovechar las nuevas oportunidades para seguir creciendo y pasar a ser una plataforma comercial de referencia a nivel mundial.

Esta estrategia fue aprobada por el Consejo de Estado en marzo de 2011 y contempla una multitud de medidas que afectan a todos los ámbitos de la economía de la ciudad, además de buscar una mayor integración en el contexto provincial. El desarrollo de la misma va a necesitar de varios años y de la implicación de numerosos actores económicos y gubernamentales. Esta estrategia busca a nivel de Yiwu la consecución de, al menos, los mismos resultados obtenidos en el distrito de Pudong, en la ciudad de Shanghai, o de Binhai, en Tianjin, ambas zonas comerciales de referencia internacional.

Puesta en marcha

Oficialmente esta estrategia fue puesta en marcha en enero del presente en curso, si bien algunos proyectos ya habían sido iniciados previamente, siendo incorporados al plan general.

A grandes rasgos, esta estrategia para el Mercado Internacional de Yiwu contempla la construcción de una nueva zona comercial, de un puerto seco y de una zona financiera, además de mejorar y expandir las zonas recreativas y turísticas de la ciudad.

La ejecución de varios de estos proyectos ya es visible en numerosas partes de la ciudad, e incluso algunos de ellos ya han empezado a entrar en funcionamiento. Este es, por ejemplo, el caso del puerto seco de Yiwu. Dentro de la provincia de Zhejiang, es un gran proyecto que significa la construcción de una nueva gran aduana con una extensión de 500 ha. En este puerto seco se puede realizar el pago de las mercancías, la inspección de las mismas, el paso por aduana o su almacenaje. Este puerto es, además, el resultado del acuerdo de colaboración firmado entre la ciudad de Ningbo y la de Yiwu, con el fin de crear dos puertos internacionales fuertes a través de la cooperación.

Buscando la seguridad y la calidad.

Hoy en día la sensación de seguridad en la ciudad llega al 98%. Sin embargo, también se busca aumentar la seguridad en otros campos, como el transporte y la gestión de las mercancías. Con este fin se quiere construir una gran plataforma informatizada, a través de la cual se pueda administrar en red todos los procesos de transporte de mercancías. También se ha decidido la creación de seis grandes sistemas; con ellos se busca mejorar la calidad de la administración de los productos, evitar y controlar el riesgo en la compra-venta y proteger los derechos.

Además de esto, la ciudad de Yiwu está aprendiendo de la experiencia en la reforma financiera de Wenzhou, estudiando el modo de aplicarla correctamente, según las características y necesidades de la economía local. Con este fin se han creado cinco zonas piloto: una para la innovación en la financiación de pequeñas y medianas empresas, otra para el uso del renminbi (yuan) como moneda internacional, otra para la gestión de los capitales privados, otra para fomentar la confianza entre empresas y, finalmente, una quinta para la mejora en el control de los cambios de divisas.

Mercados no físicos

La estrategia también busca lograr situar al Mercado Internacional en un lugar destacado dentro del comercio electrónico. Es, sin duda, un medio idóneo para poder situar los productos aquí vendidos a nivel nacional e internacional. Para este fin se cuenta con el trabajo de China Mobile, China Unicom y China Telecom. Solo en 2011, China Mobile invirtió en este proyecto 600 millones de yuanes. Además de estas empresas, Alibaba está implicada en este proyecto, suministrando una base para la expansión internacional. Alibaba, junto con el gobierno municipal, está desarrollando un programa de formación para trabajadores.

Además del millón de metros cuadrados existentes para la venta de productos importados, Yiwu ha creado un centro de exposición y venta de productos africanos, y está construyendo otro de productos llegados desde la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSEA), además de tratar de potenciar la captación de productos de casi un centenar de países para su venta dentro de China.

La consecución de las metas fijadas en la estrategia no solo hará de Yiwu una ciudad más grande y dinámica, sino un centro de distribución global de productos tanto nacionales como extranjeros para el mercado nacional y exterior. La mejora de las infraestructuras físicas, informáticas y el aumento de la capacitación de los trabajadores de la ciudad van encaminados al suministro de servicios profesionales y competitivos a nivel mundial. Este mercado no solo es un lugar donde poder comprar productos para la exportación, sino también donde colocar los productos importados en el cada vez más dinámico mercado chino.

Fuente: China Hoy edición 12.

Calle engalanada para fin de año chino

Los chinos, que viven en el año 4710, no conmemoran el nacimiento de Jesús y cambian de año en febrero. Sin embargo, se unen a las comilonas de Navidad como uno más.

China fabrica la Navidad pero no la vive. Los chinos, que por no tener no tienen ni el mismo año en el calendario que los españoles, venden en este país la gran mayoría de los productos relacionados con las fiestas. «Tomamos las uvas el 31», explica Dalia (nombre castellanizado), que trabaja en un restaurante de comida china. También se han sumado a la costumbre de despedir el año con las campanadas la mayoría de los chinos con los que ha podido hablar ABC de Sevilla.

«Nuestro fin de año es este año en febrero, pero ahora hacemos algo light y luego volvemos a celebrar. Tenemos dos fiestas». En casa de Delia se apuntan también a la cena del 24, aunque no tengan presente qué se celebra realmente esa noche. «No sé por qué se junta la gente ese día, ¡pero nosotros lo hacemos todo! Cena el 24 y uvas. Hasta comemos turrón y tomamos una copita». Los Reyes Magos es lo único que no siguen: «Ese día trabajamos», explica.

La familia de Wen, que regenta un comercio oriental en la ciudad tampoco tiene regalos el 6 de enero. «Damos en nuestro año nuevo unsobre rojo con dinero a los niños, pero nada por Navidad o Reyes». Tampoco son muy amigos de los dulces. «En mi casa no entran dulces, ni turrón ni mazapán. Tampoco comemos pavo». La mayor concesión a las fiestas españolas, reconoce es «cerrar el el negocio, porque el 24 no viene nadie». También se juntan para el fin de año occidental, pero la fiesta es muy suave.

«La Natividad de Jesucristo»

El conocimiento de la Navidad depende mucho de la integración de los chinos en España. La mayoría guarda silencio si se le pregunta qué se celebra estas fechas. Pero siempre hay sorpresas. «Se llama Navidad, así que celebráis el nacimiento de Jesucristo, ¿no?», responde Guan Peng -que se presenta en España como Juan Carlos-. Trabaja en el restaurante chino de su padre, en la calle José Laguillo y tiene claro de qué van estas fiestas. «Nosotros no celebramos la Navidad porque no somos católicos, pero sí el fin de año», dice. «El 24 si acaso nos juntamos con la familia, pero claro, no es una gran fiesta como la del 31 o la del fin de año chino».

Asegura que es justamente en su «Nochevieja», que este año será en febrero, cuando los chinos celebran por todo lo alto. Comida, fuegos artificiales y todo teñido de rojo, color de la buena fortuna en el gigante asiático. No solemos dar regalos materiales, preferimos el dinero».

El cambio de año, que se rige por un calendario lunar, va cambiando de fecha. «Este año toca en febrero», cuenta Guan Peng. Pero entonces no estarán en 2013. Ni en 2012. Para ellos es el año 4.710 o el año del dragón -signo de buena fortuna-. No será hasta febrero -el día 10, concretamente-, cuando cambien el calendario por el del 4.711 o el año de la serpiente de agua.

China fabrica la Navidad

Los chinos puede que no celebren las fiestas españolas, pero desde luego están presentes. Sus fábricas producen mucho de los que se consume en estas fiestas. En la ciudad de Yiwu es Navidad todo el año. En esta localidad china se fabrican y venden la gran mayoría de los productos relacionados con estas fiestas. En uno de los centros comerciales especializados en este tipo de mercancías, Futian, hayhasta 400 tiendas solo sobre bolas, espumillón y papa noeles de plástico.

Luo Jingjing, de la firma Zhizun Christmas Supplier, regenta un local en ese mercado. Vende figuras de Papá Noel de cualquier tipo imaginable. «El escalador, que mide 50 centímetros, cuesta 29 yuanes (3 euros), mientras que los otros, de 30 centímetros, valen 20 yuanes (2 euros)», explica. Con esos precios no es de extrañar que casi todo el espumillón en los árboles de Navidad o las guirnaldas de las puertas tengan el sello de «made in China».

«ABC.es Día 03/01/2013»

Cabe todo, desde banderas rojigualdas fabricadas en China hasta camisetas del Barça con el rótulo «Campions» en catalán

La fábrica global del «todo a 100»

Sofás, mesas de despacho, aparatos de gimnasia, calzoncillos…Todo se vende en las 58.000 tiendas de los mercados de Yiwu, la ciudad de china desde donde se nos inunda con sus baratísimos productos

Si las cadenas de montaje de Shanghái, Cantón y las provincias costeras chinas son la «fábrica del mundo» de donde proceden la mayoría de artículos que consumimos en nuestra vida cotidiana, Yiwu es el «todo a 100 global» desde donde éstos se exportan. Ubicada en la provincia de Zhejiang a 300 kilómetros de Shanghái, en esta urbe de dos millones de habitantes el comprador puede encontrar absolutamente todo lo que busque.
Desde el año 1982, cuando el Gobierno la designó «ciudad del pequeño comercio», en Yiwu se han levantado 20 grandes superficies con 58.000 tiendas que ocupan 2,6 millones de metros cuadrados y representan a más de 30.000 fábricas y 10.000 distribuidores mayoristas.
A precios imbatibles, en los centros comerciales de Yiwu hay plantas y plantas enteras dedicadas a bombillas, lámparas, cerámica, bisutería, zapatos, servilletas de papel, cinturones, bolígrafos, cuadernos, taladradoras, vasos, televisores, aparatos de música, ollas, maletas, ordenadores, perchas, calcetines, manteles, platos, cubiertos, paraguas, cascos, teteras, martillos, destornilladores, juguetes, adornos de Navidad y así todo lo que uno pueda imaginar. En total, hasta 400.000 artículos clasificados en 1.902 categorías.
Más de 200.000 compradores chinos y extranjeros visitan los mercados de Yiwu, de donde cada día salen un millar de contenedores cargados con todo tipo de productos. Al final del año pasado, las exportaciones sumaron 1.668 millones de euros, sobre todo a Latinoamérica (525 millones), la Unión Europea (506), Sureste Asiático (251), Estados Unidos (152), Oriente Medio (137), Rusia (114) y África (91).
Precisamente, al gran mercado de Yiwu vienen comerciantes de Kenia como Munuhe Mwangi, que regenta un negocio de componentes eléctricos en Nairobi, para comprar enchufes e interruptores de la luz. «El precio es bajo, la calidad es buena y la gente es muy amistosa, así que cada tres meses adquiero una partida por valor de 1,5 millones de chelines kenianos (14.337 euros)», explica a ABC en uno de los «showrooms» del mercado de Futian, el mayor de la ciudad. Para transportar la mercancía por barco a su país, los agentes del centro comercial le ofrecen la posibilidad de alquilar un contenedor entero o compartirlo con los pedidos de otros clientes por tan sólo 230 euros.
Ejemplificando la globalización que ha traído este siglo XXI, Shirim Khan viaja desde Pakistán con el fin de abastecerse de cuadernos, carteras y bolígrafos para su librería de la localidad de Peshawar, mientras que el indio Rajesh Agrawal acude en busca de teléfonos fijos y copias de Blackberry y iPhone para sus cuatro tiendas de electrónica en Bombay.
Artículos para pobres
«Hasta 2005 iba a Hong Kong, pero los precios aquí son más bajos y cada cuatro meses encargo dos o tres contenedores que me cuestan 76.000 euros», calcula el empresario, quien asegura no haber sufrido la crisis económica porque «la India es un país emergente y aquí me proveo de artículos baratos para los pobres».
La mayoría de los locales de Yiwu son negocios familiares que empezaron hace años siendo pequeñas fábricas manufactureras y hoy disponen de decenas de empleados y facturan varios millones de yuanes al año. Es el caso de la tienda de bolsos Xiao Ping, que cuenta con más de veinte trabajadores e ingresó el año pasado seis millones de yuanes (676.310 euros), la mayoría gracias a sus exportaciones a Oriente Medio. «Antes teníamos una fábrica de ropa y otra de monederos, pero el negocio de los bolsos de esparto es más sencillo porque copiamos los diseños directamente de las revistas», confiesa sin reparos la mujer del jefe, Wu Jiangjia, tricotando una bufanda.
Comprar un local en el mercado de Futian puede costar entre uno y dos millones de yuanes (entre 112.713 y 225.411 euros), mientras que el alquiler para todo un año asciende a 200.000 yuanes (22.546 euros). A pesar de estos precios tan altos para China, a empresas como la juguetera Zhang Yong, que tiene una fábrica con 120 operarios en Shantou (Guangdong) especializada en coches teledirigidos por control remoto, les conviene también tener una antena en Yiwu, ya que canaliza el 80% de sus ventas en exportaciones al continente europeo y Latinoamérica. Y es que para algo es Yiwu el «supermercado global» de la «fábrica del mundo».

Camisetas del Barça y banderas de España

REPORTAJE:EL PAÍS 

Viaje al hipermercado del mundo

La ciudad china de Yiwu fabrica y vende la mayoría de artículos para los bazares de los cinco continentes – La urbe explica por qué el país sorteó la crisis mejor que otros.

· 11.000 comerciantes de más de cien países.

Una de las experiencias más instructivas que puede tener quien quiera comprender por qué se llama a China la fábrica del mundo, por qué sus disputas comerciales con las naciones ricas están a la orden del día, por qué ha logrado vadear mucho mejor que ellas la crisis mundial y su economía crece de nuevo casi al 12%, y, sobre todo, por qué el Gobierno se niega a revaluar el yuan en la forma que pide Estados Unidos, es visitar Yiwu, una ciudad de la provincia costera de Zhejiang, unos 300 kilómetros al sur de Shanghai.

Para ello, nada mejor que volar directamente a su flamante aeropuerto. En la moderna terminal de Yiwu se cruzan acentos de todo el mundo -en particular de Oriente Próximo, Asia Central y África- de empresarios y comerciantes llegados para hacer acopio de todo lo imaginable en el mayor mercado mayorista del planeta.

Sus 60.000 locales ofrecen 1,7 millones de objetos a 200.000 visitantes diarios
Hay cuatro millones de metros cuadrados dedicados a uso comercial
Yiwu vendió 5.000 millones de euros en 2009, un 8% más que en 2008
La renta ‘per cápita’ de sus habitantes es 2,5 veces mayor que la media nacional
Carteles y publicidad en árabe, inglés, ruso, español, hindi, coreano y otros idiomas indican que a Yiwu se viene a comprar. A comprar de todo y en gran cantidad. La ciudad vive por y para ello. Porque si la provincia sureña de Guangdong, con sus polígonos industriales hasta el horizonte, es la fábrica del mundo, Yiwu es el reino mundial del todo a 100.

Pero no sólo. Aquí no se venden por toneladas únicamente la quincallería y las baratijas que se encuentran en los chinos de todo el planeta. Hay mucho más. Desde sillones de masaje a pantallas luminosas, pasando por electrodomésticos, zapatos, juguetes, maletas, guantes, botones, cinta adhesiva, sartenes, bombillas, balones de fútbol, jarrones, flores artificiales, muebles, cremalleras, relojes, bañeras o altavoces. Y más. Así que sería mejor decir que Yiwu es, simplemente, el hipermercado del mundo.
Las intenciones del gobierno municipal quedaron bien claras cuando eligió como eslogan de la ciudad «Un mar de productos, un paraíso para los compradores«. Una frase que se repite por todos lados, y marca el carácter de sus habitantes, algunos de los cuales, con menos de 30 años, ya conducen potentes BMW y Mercedes, símbolos de éxito y ostentación en este país, paraíso para las marcas de lujo.
«En Yiwu todo gira alrededor de los negocios. Incluso en las raras ocasiones en que la gente se concede un poco de tiempo libre, sus teléfonos móviles no dejan de sonar. Pero lo aceptan porque ganan mucho dinero», dice Yue, una joven de 25 años que trabaja en una compañía de importación y exportación iraní.
Ju Xiaoli, dueña de la tienda de broches, hebillas y accesorios Pequeñas Estrellas, es un ejemplo típico. A sus 43 años, lleva 18 comerciando, y las cosas le van muy bien. Activa, resuelta, atiende una llamada tras otra, mientras negocia con dos paquistaníes un pedido de pequeños diamantes de plástico. «Yo me ocupo de las ventas en la tienda, y mi marido se encarga de la fábrica que tenemos», afirma, rodeada de calculadoras y teléfonos. «Nos va muy bien», asegura esta mujer que sólo se toma unos días de descanso en las fiestas del Año Nuevo chino. «Tiene varios coches; uno es un BMW», la interrumpe una de sus jóvenes empleadas, con tono de admiración.
Al otro lado de la mesa, Muhammad Moazzam Attari y Muhammad Imran Attari, con ropaje blanco y turbante verde, comprueban las muestras e intercambian impresiones mientras dan sorbos al Nescafé con leche instantáneo que les ha ofrecido Ju. Apenas 15 minutos después, el pedido, de 25.000 yuanes, está firmado.
«En Yiwu encuentras de todo y a buen precio y, aunque la calidad en algunas cosas sea regular, es suficiente para mis clientes», explica Muhammad Moazzam Attari, de 37 años, que vive en Lahore (Pakistán). «He venido dos semanas. He comprado también zapatos y diferentes complementos. Parte es para mi tienda y parte para suministrar a otras. En total, voy a comprar por valor de 200.000 yuanes».
El comerciante asegura que «lo único difícil es el idioma». Por ello, es su socio, Muhammad Imran Attari, de 28 años, que reside en China desde hace ocho, quien ha llevado el peso de la conversación en mandarín, intercalada de vez en cuando con el inglés básico de Ju.

La actividad es continua. Hombres y mujeres de negocios de todo el mundo van de tienda en tienda como abejas en busca de polen. Otros negocian con los dueños, calculadora en mano. Vendedores ambulantes ofrecen gajos de sandía y pepinos a los acelerados visitantes. En un rincón, un musulmán ora en el suelo en dirección a La Meca.
Junto a una tienda, Gulala, de 45 años, una iraquí que vive en Londres, explica, acompañada de su traductor, por qué viaja periódicamente a Yiwu. «Tenemos una empresa de exportación aquí. Compramos de todo -ropa, bisutería, gafas, material eléctrico, muebles- y lo enviamos a Irak. La situación allí está muy mal. Hace falta de todo, y aquí encuentras mucha variedad y es barato».

Los diferentes mercados mayoristas de la ciudad suman una superficie de más de cuatro millones de metros cuadrados, alojan más de 60.000 locales comerciales, ofrecen 1,7 millones de productos diferentes y reciben cada día más de 200.000 visitantes. Sus ventas en 2009 ascendieron a 41.200 millones de yuanes (4.490 millones de euros), un 7,8% más que en 2008, a pesar de la crisis.

Si el mayor es el Centro Comercial International -cuya primera fase fue abierta en 2002, y la cuarta, en 2008 (la quinta se encuentra en construcción)-, uno de los más antiguos es el de Binwang. Sus 9.000 puestos mercadean principalmente ropa, lana y textiles. En uno de ellos, Wu Youbin, de 40 años, vende sábanas, cortinas y cojines que fabrica en su taller de Dongyang. «En la fábrica tengo 60 trabajadores. Mis dos hermanos también tienen talleres. También vendo sus artículos. El 80% de mi negocio va a la exportación, en gran parte a Oriente Medio», dice sentado junto a una pantalla de ordenador y una máquina de contar billetes. «Prefiero comerciar con extranjeros porque las cantidades son mayores. Pero si un cliente quiere una sola sábana, también se la vendo».
Wu afirma que Yiwu, una ciudad rodeada de colinas verdes, se ha transformado completamente en la última década. Él, como muchos, vendía antes en la calle. Ahora, en las calles lo que se ve es un tráfico continuo de camiones con contenedores, camionetas de reparto y mototriciclos cargados a rebosar, que se intensifica en polígonos industriales como el de Beiyuan, donde se suceden las fábricas de calcetines, bisutería, textiles, ropa o gomas elásticas. En ellas trabajan muchos de los 1,2 millones de inmigrantes de otras provincias, que representan la mayor parte de los habitantes de esta ciudad de dos millones de almas. Trabajadores que cobran entre 1.500 y 2.000 yuanes (163 y 218 euros) al mes más el alojamiento, en dormitorios comunes, y la comida. Algunos libran un día a la semana; otros sólo dos o tres al mes.

Wang Xiaomin, de 28 años, de la provincia nororiental de Heilongjiang, llegó hace cinco años a Yiwu en busca de empleo. «Muchos de mis compañeros de clase vinieron aquí, y yo hice lo mismo», cuenta mientras se dirige a un pequeño restaurante para almorzar. «Mi marido tiene negocios en Yiwu, y yo trabajo en la planificación de la producción en [el fabricante de calcetines] Bonas. Cobro 2.000 yuanes».
Aunque la mayoría de los artículos que se venden en Yiwu vienen de otras provincias, como Guangzhou o Jiangsu, la ciudad tiene numerosas fábricas, entre ellas las de los cinco mayores productores del mundo de calcetines y medias y el mayor de cremalleras, que suministran a cadenas como la estadounidense Wal-Mart.
El despegue comercial de Yiwu, población fundada el año 222 antes de Cristo, durante la dinastía Qin, se produjo en 1982 -recién puesto en marcha el proceso de apertura y reforma chino-, con la creación de un gran mercado al aire libre. Hoy, la ciudad cuenta con gigantescos centros comerciales, palacios de muestras e incluso un estadio olímpico, que es aprovechado para las ferias internacionales. El año pasado, la renta per cápita de sus habitantes alcanzó 30.841 yuanes (3.360 euros) en las zonas urbanas y 12.899 yuanes (1.405 euros) en las rurales; 1,8 y 2,5 veces más que la media nacional, respectivamente.

Los comerciantes de Yiwu aseguran que la crisis global quedó atrás para ellos hace meses. «El último año la cosa ha ido mejor, y ahora tengo más negocio que antes de la crisis», dice Wu, rodeado de paquetes de sábanas. La misma frase repite Ju, aunque se queja de la subida del precio de la mano de obra. «Cada vez tenemos que enviar más lejos la fabricación de algunos artículos, a provincias como Jiangxi y Anhui», afirma. Ambos tienen dos hijos, un buen indicador de una posición económica desahogada en este país donde quien se salta la prohibición de tener más de un hijo es castigado con una multa cuantiosa.

Pero hacer negocios en Yiwu no siempre es fácil. «A veces, los vendedores cambian el precio que habías acordado», dice Muhammad Imran Attari. «Otras, cuando llega el contenedor, descubres que el envío no corresponde totalmente con lo pedido o que la calidad no es buena. Te piden disculpas y contestan que la próxima vez harán algo», explica Boss, un empresario nigeriano de 58 años, que ha pasado un mes en Yiwu haciendo acopio de artículos de regalo y textiles. «Pero, en general, la calidad es buena y el precio es correcto. ¿Qué más se puede pedir?», añade Boss, que se ha gastado 100.000 dólares en este viaje, y dice que tiene un margen de beneficio neto del 15%.
Luego recapacita un momento y evoca, como muchos comerciantes, el fantasma de la revaluación del yuan, que, según EE UU, está infravalorado artificialmente hasta un 40%, lo que favorece a las empresas exportadoras chinas: «Sólo seguiré viniendo a Yiwu mientras el yuan permanezca al mismo nivel respecto al dólar». Pekín ha dejado bien claro que cualquier apreciación que se produzca tendrá lugar cuando a China le convenga y será gradual. No quiere que empresarios como Boss dejen de hacer la compra en el hipermercado del mundo.11.000 comerciantes de más de cien países.

Cuando en Occidente se habla de las relaciones entre Pekín y los países menos desarrollados, la atención se suele centrar en la financiación de grandes proyectos de infraestructuras por parte de empresas chinas y la firma de contratos para asegurarse los recursos minerales y energéticos de los que China carece. Pero las relaciones económicas van mucho más allá, ya que existe un enorme flujo comercial entre ambas partes. China ha sabido responder a las necesidades de países con menor poder adquisitivo, para cuyos habitantes comprar artículos fabricados en Europa o Estados Unidos está fuera de su alcance.

Ahí reside, en buena medida, el éxito de Yiwu, donde acaban instalándose muchos de los empresarios que llegan de todo el mundo. Hay más de 11.000 residentes extranjeros de un centenar de países. Entre ellos, iraquíes y afganos que han creado compañías de exportación, animados por las facilidades otorgadas por el Gobierno municipal, y fundado colegios en los que se enseña árabe. La mezquita, construida en 2004, acoge a más de 6.000 fieles durante la oración del viernes, y la oferta gastronómica es variada.
Muchos de los comerciantes musulmanes van a comer a la calle Chouzhou, en la que se suceden pared con pared restaurantes con nombres como Bagdad, Maedah, Al Arabi, Yousufu o The Pyramid. Sus cartas ofrecen suculentos platos de cordero, arroz con pasas y pinchos morunos. A sus puertas, algunos hombres fuman tabaco en narguile (pipa de agua).
«Mis clientes son de todo el mundo, Etiopía, Yemen, Somalia, Marruecos, India, Kuwait, Libia, Siria, Egipto, Francia», afirma Khaled Ali, de 24 años, dueño del restaurante yemení Saba, abierto en 2003. «A Yiwu vienen muchos musulmanes, así que mi padre pensó que sería bueno abrir un restaurante para ellos», dice, en medio del local abarrotado de comensales, casi exclusivamente hombres.
«El Gobierno quiere que los empresarios extranjeros se instalen aquí y abran empresas, y les facilita la vida. Concede visados sin problemas», afirma este joven yemení, nacido en Arabia Saudí, que lleva ocho años viviendo en China. Su familia tiene otro restaurante en Guangzhou. En la televisión, resuenan las noticias de una cadena árabe.

«EL PAÍS Yiwu 26 ABR 2010»