Sofás, mesas de despacho, aparatos de gimnasia, calzoncillos…Todo se vende en las 58.000 tiendas de los mercados de Yiwu, la ciudad de china desde donde se nos inunda con sus baratísimos productos.
Si las cadenas de montaje de Shanghái, Cantón y las provincias costeras chinas son la «fábrica del mundo» de donde proceden la mayoría de artículos que consumimos en nuestra vida cotidiana, Yiwu es el «todo a 100 global» desde donde éstos se exportan. Ubicada en la provincia de Zhejiang a 300 kilómetros de Shanghái, en esta urbe de dos millones de habitantes el comprador puede encontrar absolutamente todo lo que busque.
Desde el año 1982, cuando el Gobierno la designó «ciudad del pequeño comercio», en Yiwu se han levantado 20 grandes superficies con 58.000 tiendas que ocupan 2,6 millones de metros cuadrados y representan a más de 30.000 fábricas y 10.000 distribuidores mayoristas.
A precios imbatibles, en los centros comerciales de Yiwu hay plantas y plantas enteras dedicadas a bombillas, lámparas, cerámica, bisutería, zapatos, servilletas de papel, cinturones, bolígrafos, cuadernos, taladradoras, vasos, televisores, aparatos de música, ollas, maletas, ordenadores, perchas, calcetines, manteles, platos, cubiertos, paraguas, cascos, teteras, martillos, destornilladores, juguetes, adornos de Navidad y así todo lo que uno pueda imaginar. En total, hasta 400.000 artículos clasificados en 1.902 categorías.
Más de 200.000 compradores chinos y extranjeros visitan los mercados de Yiwu, de donde cada día salen un millar de contenedores cargados con todo tipo de productos. Al final del año pasado, las exportaciones sumaron 1.668 millones de euros, sobre todo a Latinoamérica (525 millones), la Unión Europea (506), Sureste Asiático (251), Estados Unidos (152), Oriente Medio (137), Rusia (114) y África (91).
Precisamente, al gran mercado de Yiwu vienen comerciantes de Kenia como Munuhe Mwangi, que regenta un negocio de componentes eléctricos en Nairobi, para comprar enchufes e interruptores de la luz. «El precio es bajo, la calidad es buena y la gente es muy amistosa, así que cada tres meses adquiero una partida por valor de 1,5 millones de chelines kenianos (14.337 euros)», explica a ABC en uno de los «showrooms» del mercado de Futian, el mayor de la ciudad. Para transportar la mercancía por barco a su país, los agentes del centro comercial le ofrecen la posibilidad de alquilar un contenedor entero o compartirlo con los pedidos de otros clientes por tan sólo 230 euros.
Ejemplificando la globalización que ha traído este siglo XXI, Shirim Khan viaja desde Pakistán con el fin de abastecerse de cuadernos, carteras y bolígrafos para su librería de la localidad de Peshawar, mientras que el indio Rajesh Agrawal acude en busca de teléfonos fijos y copias de Blackberry y iPhone para sus cuatro tiendas de electrónica en Bombay.
Artículos para pobres
«Hasta 2005 iba a Hong Kong, pero los precios aquí son más bajos y cada cuatro meses encargo dos o tres contenedores que me cuestan 76.000 euros», calcula el empresario, quien asegura no haber sufrido la crisis económica porque «la India es un país emergente y aquí me proveo de artículos baratos para los pobres».
La mayoría de los locales de Yiwu son negocios familiares que empezaron hace años siendo pequeñas fábricas manufactureras y hoy disponen de decenas de empleados y facturan varios millones de yuanes al año. Es el caso de la tienda de bolsos Xiao Ping, que cuenta con más de veinte trabajadores e ingresó el año pasado seis millones de yuanes (676.310 euros), la mayoría gracias a sus exportaciones a Oriente Medio. «Antes teníamos una fábrica de ropa y otra de monederos, pero el negocio de los bolsos de esparto es más sencillo porque copiamos los diseños directamente de las revistas», confiesa sin reparos la mujer del jefe, Wu Jiangjia, tricotando una bufanda.
Comprar un local en el mercado de Futian puede costar entre uno y dos millones de yuanes (entre 112.713 y 225.411 euros), mientras que el alquiler para todo un año asciende a 200.000 yuanes (22.546 euros). A pesar de estos precios tan altos para China, a empresas como la juguetera Zhang Yong, que tiene una fábrica con 120 operarios en Shantou (Guangdong) especializada en coches teledirigidos por control remoto, les conviene también tener una antena en Yiwu, ya que canaliza el 80% de sus ventas en exportaciones al continente europeo y Latinoamérica. Y es que para algo es Yiwu el «supermercado global» de la «fábrica del mundo».